sábado, 22 de enero de 2011

Sobre el Estado autonómico

Gracias a unas declaraciones del sin par ex presidente del Gobierno popular-populista, José María Aznar, durante estos últimos días ha vuelto a estar de moda el debate sobre nuestro Estado autonómico. La discusión también ha tenido lugar en la Comunidad Autónoma de La Rioja, aunque los intervinientes en ella no se han mostrado demasiado críticos que digamos sobre los indudables defectos que tiene el también llamado Estado compuesto.

Ciertamente, los orígenes del actual Estado autonómico datan de la transición democrática y en particular de la Constitución Española de 1978 que abrió un proceso de descentralización territorial del poder que llega hasta nuestros días y que sigue abierto, a pesar de que el olvidadizo ex presidente arriba mencionado trató de cerrarlo durante su absolutista segunda legislatura. Infructuosamente. Al contrario, en 1983 sí que se terminó de dibujar el llamado mapa autonómico que establece las 17 CCAA actuales, aunque la igualación sustancial de competencias entre unas Comunidades y otras debió pasar por los Pactos Autonómicos de 1992 y por la reforma de sus estatutos, de forma que una CA como la nuestra no alcanzó unas competencias equiparables a las de las autonomías "históricas" (sic) hasta finales de los años noventa del siglo pasado.

Este carácter permanentemente abierto del proceso de descentralización territorial del poder es a no dudar uno de los más claros defectos del Estado autonómico, pero no el único: también se podría citar su carácter asimétrico, al menos en lo que se refiere a su componente fiscal, pues en este ámbito España está dividida grosso modo en dos tipos de CCAA: las forales y el resto, lo que ha generado constantes problemas para algunas de ellas, singularmente La Rioja y ha terminado estableciendo una especie de confederación entre el País Vasco y Navarra y las demás Comunidades.

Otro fallo es que dicha descentralización se haya parado en el nivel autónomico y en consecuencia no haya llegado a los entes locales, pues, más allá de declaraciones retóricas, la "segunda descentralización" nunca llegó a producirse, originándose la circunstancia de que las autonomías locales cargan con gastos que son competencia de las Comunidades Autónomas y que están cifrados aproximadamente en el 30% de los presupuestos globales de los Ayuntamientos de este país. Además, el hecho de que no se haya incidido de verdad en la "segunda descentralización" ha dado lugar a que no se haya utilizado a fondo una poderosa herramienta (indudablemente las otras armas son el europeísmo, el cosmopolitismo y el universalismo) como es la identidad local para luchar contra las dos clases de nacionalismos que como todos estos aldeanismos particularistas son enemigos ideológicos de la socialdemocracia: el nacionalismo españolista y los nacionalismos periféricos o de oposición. 

Es más, cuando ni tan siquiera se ha producido la "segunda descentralización" parece todavía más utópico hablar de una "tercera" que debería tener como protagonistas a los ciudadanos, los verdaderos soberanos de cualquier Estado democrático y no entelequias como el pueblo o la nación, y por ello auténticas entidades políticas que deberían poder acceder a su autogobierno y autodesarrollo solidarios.

También es clamoroso que a pesar de que prácticamente toda la doctrina política aboga por la reforma sustancial del Senado, esta cámara siga incólume a los vientos descentralizadores que han azotado a nuestro país desde 1978 y que siga siendo en esencia una cámara de doble lectura, supuestamente moderadora de las veleidades progresistas o radicales del Congreso de los Diputados.

Para concluir de una forma no conclusiva, seguramente podríamos citar más defectos de este Estado de las autonomías que en algunos sitios como La Rioja han terminado degenerando en auténticos neocacicatos, como si todavía estuviéramos viviendo en el por algunos añorado régimen de la Restauración de Cánovas y Sagasta de los años 1874-1923, y en los que los detentadores del poder siguen premiando como antaño a sus "amigos políticos" y castigando a los que no lo son. Nada nuevo bajo el sol.

1 comentario:

  1. Buenas noches Carlos:

    Coincido ampliamente en tu exposición y permíteme que te diga que una de las "cuestiones pendientes" en nuestra democracia con independencia de la Ordenación Territorial del Estado es el cómo el ciudadano con independencia de ser de Fuenmayor o de Logroño, participa en lo público. Creo que la izquierda tiene que ensayar mediante las nuevas tecnologías y el tradicional bla,bla, bla, una interactuación con sus representados, donde las primarias también sean un pilar importante.

    Cuanta mayor participación ciudadana, más rápido será cerrar nuestro estado no se si psudoconfederal o federal que se está dando y por ejemplo tener un senado como nos indica la Constitución española.

    Un abrazo

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