martes, 20 de diciembre de 2011

Refundación (II)

Tal y como se desprende del título, esta entrada es continuación del artículo que publiqué el pasado 29 de noviembre en el diario La Rioja sobre la necesaria refundación del PSOE. La razón por la que publico esta segunda parte es la aparición del documento titulado "Mucho PSOE por hacer", que ha sido firmado por diferentes afiliados socialistas, así como de la página web vinculada al manifiesto.

Más allá de lo afortunado que pueda ser su título, poco impactante a mi modo de ver, su contenido tiene interés desde la perspectiva del necesario debate previo al congreso federal en el que, entre otras cosas, habrá que elegir al nuevo secretario general del PSOE. Así, el escrito está articulado en nueve apartados y veinticinco párrafos en los que se tratan diferentes asuntos vinculados a la "Contribución abierta al debate en el socialismo español", tal es el subtítulo del texto.

Ya que el autor de esta primera evaluación del documento es historiador, llama la atención que en el primer apartado se aluda a la "Transición" con "T" mayúscula, lo que contribuye obviamente a su deificación y cosificación. Error. La transición es un proceso histórico, no un periodo ni un tótem. Lo que, sin embargo, no es una equivocación es el peligro anunciado de que la derecha pueda aglutinar tal poder político, económico y mediático que la mayoría electoral se convierta en una mayoría social, pues indudablemente ahora la mayoría absoluta del PP no es una mayoría absoluta social.

Evidentemente hay que reivindicar los "logros" alcanzados en las dos últimas legislaturas, en esta segunda época socialista liderada por J. L. Rodríguez Zapatero, pero en estos momentos hay que hacer una mayor autocrítica de la que, creo, se realiza en el documento. Así, los autores no reparan en que el exceso discursivo en la igualdad de género ha terminado tapando otras igualdades tradicionales de la socialdemocracia: desde la social a la de oportunidades. Esto hay que corregirlo en el futuro previsible.

Respecto a la sempiterna crisis y su gestión, también habría que hacer hincapié en los errores de política económica en los que se incurrió durante la primera legislatura de Zapatero, pues, como se suele decir vulgarmente, de aquellos polvos, estos lodos. En esta misma línea, habría que preguntarse: ¿por qué no se  ha luchado con mayor ahínco contra el fraude fiscal? ¿Por qué no se ha hecho una "política progresista de ingresos", ahora planteada? ¿Por qué no se ha aplicado una mayor "energía para poner freno a los poderes no democráticos", que también se propone para el futuro inmediato?

Desde otra perspectiva, las referencias a la "diversidad" de España son demasiado pobres. En especial porque en el párrafo correspondiente hay un olvido de los municipios, de las identidades locales que sirven de contrapeso a las identidades regionales o nacionalistas, lo que no es de extrañar, pues los ayuntamientos han sido olvidados en parte durante estos últimos ocho años, tanto desde la perspectiva de la nueva regulación de sus competencias como de su financiación. Asimismo, ¿no habría que enfatizar más el internacionalismo y cosmopolitismo de la socialdemocracia? Y, por lo que se refiere a la base de todo, los individuos, ¿no habría que abundar en la idea de su autogobierno y autodesarrollo solidario?

Desde el ángulo de la participación interna, estoy de acuerdo en que hay que favorecerla, pero, sobre todo, abriendo, oxigenando, el PSOE a simpatizantes y votantes. Esto es fundamental: el PSOE no es de sus afiliados, sino de éstos, sus amigos políticos y sus electores. Y también es básico que haya una auténtica "rendición de cuentas". La falta de responsabilidad política no afecta sólo a los individuos, sino que se proyecta negativamente sobre todo el partido, sus simpatizantes y sus votantes. La calidad de la democracia no se puede predicar sólo hacia afuera del partido, sino también hacia dentro.

La "preservación" y "mejora" que se hace del Estado del Bienestar es un tanto defensiva. Al contrario, hay que proponer un incremento del mismo que permita generar puestos de trabajo para al menos parte de los actuales desempleados. La salida progresista a la crisis se realiza con más Estado del Bienestar, no con el mismo que tenemos en estos momentos ni con el Estado asistencial que irá introduciendo poco a poco la derecha.

Para concluir, el novísimo PSOE tendrá que ser más democrático y más social. Por lo que se refiere a lo primero tiene que ser un abanderado de verdad de la calidad democrática, estableciendo, por ejemplo, una limitación de mandatos de ocho años, y en lo que respecta a lo segundo tiene que hacer ondear la bandera de un Estado radicalmente social.

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